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Las mentiras de Neutrina |
Mi bitácora está llena de mentiras. Pero no te preocupes, no puede ser peor que los comerciales en la tele o tu querido amigo, peor aún, tu pareja, leyéndote el horóscopo del domingo...otra vez. | ![]() |
Almendras amargas en el té alucinógenoAlmendras. Shirley olía a almendras; todo el lugar parecía sumergido en aquella particular fragancia. Me detuve con Josh frente al ataud y noté que aún se distinguía la herida que sufrió en la mejilla el día de la violenta y abortada boda. Shirley no hubiera estado de acuerdo con la elección particular del atuendo para esta última ocasión, pero Shirley ya no podía opinar. La muerte le había arrebatado todos sus derechos. Su madre también le recogió el pelo. La vistió como si fuese de nuevo su niñita, su princesita de plata, "para bien malcriada y para bien mimada". Sally llora en una esquina. El padre de Shirley socializa y finje que se trata de otro evento más. Esa noche llorará largo y tendido. Se meterá en el baño y con todos los grifos abiertos sollozará con el profundo dolor del que está vivo. "Esto es peor que morir", pensará mil veces. Juliet, por su parte, culpará a su Dios. Con una botella de Johnny Walker en una mano y el revólver de su esposo en la otra, Juliet caminará por el inmenso invernadero de su lujoso apartamento y librará una lucha titánica y de origen cristiana con su divinidad. "¡Qué coño se podía esperar de un hijueputa que abandona a su propio hijo en la cruz! ¡NADA! ¡VEN! ¡BAJA! ¡Háblame! ¡Devuélvemela, devuélveme a mi Shirley, maldito cabrón!" En eso pasarían la noche. Ella enredada en un diálogo amenazante y a muerte con un ser invisible y divino y él sollozando con los grifos abiertos en el baño, como para que nadie escuche su dolor. Pero la casa estaba desierta. Sólo ellos gemían, el llanto de uno ahogando el sonido del otro. En unas horas el mundo había perdido su brillo y ya no importaba si Clinton ganaba o si morían de hambre en Sarajevo. En la funeraria, sin embargo, lograron aferrarse a sus papeles. Los Friedman-Gordon no eran personas de hacer escándalo en público. Hasta el límite del tono de voz a usar, según la ocasión, parecía haberse acordado previamente. Pobre Shirley, 28 años, muerta y vestida por su madre para el funeral. Si existiera el alma, la suya hubiese sufrido un cíncope. "¿Quieres café con leche, Sally?", le preguntó Josh quedamente. Ella negó con la cabeza. La tomé de la mano y la saqué un momento de allí. Quería saber cosas, que me contara sobre Melina. Caminamos un rato por los amplios jardines de la funeraria y nos sentamos entre geranios y rosas salvajes. "¿Qué dice la policía, Sally?" "No mucho". "¿Y Melina?" Me miró con cara de asco. "No pienso hablar de esa imbécil. Le estoy haciendo un favor llamándola imbécil. Créeme". No dije una palabra más pero moría por saber algo sobre Melina. Había dormido en casa unos días antes. Estaba nerviosa y lloraba por ratos, pero ser inusual era lo usual en Melina. Mencionó que posiblemente se fuera a Texas por un tiempo. "Extraño mis caballos", me dijo mirando el suelo y una sonrisa que más bien parecía una mueca. "¿Tus pades viven en Texas?" "Si, toda la vida. Mi madre vive en Houston y mi padre tiene una finca donde están mis caballos. Allí pienso pasarme unos meses. Estoy cansada", me miró rápidamente y trató de esbozar una sonrisa. "Tan cansada como para cruzar el puente otra vez y volver a dormir en Brooklyn". Lucía cansada. Como una persona que había dejado de correr pero sus pies habían continuado haciéndolo. Estaba vacía y en sus ojos noté que ya no tenía nada que aportar. "Necesito dormir en casa. Aunque sea en la casa del imbécil de mi padre. Por lo menos es cómodo y su nueva esposa me tiene miedo", soltó una carcajada corta y alegre; me pareció divina otra vez. "¿Cuándo te vas?" "No lo sé aún; tengo algunas cosas que hacer. Tengo que terminar con todas las relaciones destructivas que he formado aquí". "¿No piensas volver?" "Si logro salir de Manhattan no volveré jamás. A menos que", se detuvo brúscamente y me miró directamente a los ojos. Se había cortado el pelo y lo llevaba color azul pálido, algunos mechones le caían en la cara tocándole sus pálidas mejillas y su pequeña nariz. Su labio superior aún estaba hinchado, único vestigio visible de una de las últimas trompadas que le aguantaría a Shirley. "¿A menos que?" "Nada, Neutri, nada. Es sólo que he estado pensando mucho y no me gustan mis pensamientos. Quisiera dormir por años, te lo juro". La dejé dormir en mi cama. Josh estaba en Connecticut, pensaba pasarse allí un par semanas, pero la muerte de Shirley lo traería de vuelta con toda su familia. Al día siguiente desperté antes que ella y comencé a preparar huevos y salchichas. El aroma fue a buscarla y me la depositó en el desayunador de la cocina, justo frente a mí. "¿Hambre?" Sonrió. "¿Tú qué crees?" Le busqué un plato y le serví de lo que había preparado. "Me encanta cocinar", dijo con la voz gruesa y ronca de dormir. "Cuando vivía con el viejo le preparaba todo tipo de platos exóticos. Él los devoraba como león a su presa. A veces me parecía que ni siquiera los saboreaba bien y eso me enojaba. Pero siempre he vivido enojada con alguien. Nunca he entendido por qué; hubiese sido mucho más feliz con un temperamento distinto". Mientras más engullía, más soltaba la lengua. Yo continuaba llenando su taza con chocolate caliente y pasándole el pan, la mantequilla o más queso. "Soy excelente preparando postres. Hago delicias con todo tipo de ingredientes. Creo que la cocina es la verdadera alquimia del mundo, ¿no lo crees?" "Pues alguien me dijo algo así antes"´. Asintió y tragó un pedazo de huevo. Tomó un sorbo de chocolate y continuó con su semimonólogo gastronómico. "Me gusta usar frutas y nueces. Las cocinas orientales son mis preferidas. Algún día te invitaré a un gran manjar preparado por mí", masticó un poco más de salchicha y sonrió. "Es difícil estar triste cuando se come bien. Eso lo aprendí en mis días de squatter por la ciudad. Pero hay algo que nunca aprenderé y es qué se siente no saber si encontrarás algo para comer o alguna cama para dormir. Yo siempre he tenido esas cosas seguras aún cuando pretendía no saberlo". "Muchos chicos huyen de sus casas porque prefieren vivir con ese miedo que aguantar más abusos de quienes se supone deben amarte incondicionalmente..." "Yeah, no matter what", interrumpió. Estuvimos masticando en silencio por largos segundos. "¿Qué le pasó a tu niña?" "¿Qué niña?" "Me dijiste una vez que habías tenido una hija". Permaneció en silencio un momento. "No debes creer todo lo que te digo, Neutrina, soy muy buena mentirosa". Asentí. "Una vez aluciné que tenía una bebé que se me cayó de los brazos al sumirme en la deliciosa nube que me provoca la nota del 'smack'. La dejé caer, así, pum. Por eso he jurado nunca tener hijos, no sería una madre cuidadosa y lo más probable es que termine matándolos accidentalmente". "La verdad es que ya no sé qué creerte y qué no". Cerró los ojos y sabroreó despacio lo que tenía en la boca. Cuando los abrió su mente estaba en otro lado. "Voy a cocinar algo rico en mi apartamento antes de irme. Hoy vi un vestido muy bonito y pensé en comprarlo para Shirley. Quizás tú se lo puedas dar de mi parte. Quisiera que no me odiara tanto. Pero ella me odia porque me ama y Shirley no puede amar a nadie sin que se cree un cortocircuito en su cerebro. Es por eso que actúa como una loca. Me hubiera tragado lo de la boda si me hubieran dicho que se casaba con un hombre, pero cuando supe que era con una chica sabía que lo estaba haciendo para molestarme". Busqué jugo para ambas y Melina encendió un cigarrillo. "Hay gente muy destructiva", continuó mientras exhalaba humo por la boca y la nariz; aún así lucía hermosa. "Yo lo soy, no aprendí a ser de otra forma, Shirley también lo es, lo lógico es que nos hagamos daño", soltó una pequeña carcajada nasal. "Es una imbécil igual que yo y nos odiamos a muerte". "¿No estás exagerando un poco?" "No, para nada. Nos odiamos a muerte porque nos amamos a pesar de ser tan distintas, es un desastre amoroso y estas cosas nunca acaban bien porque terminamos haciendo lo que sentimos y no lo que nos conviene. Es una maldición y estoy intentando librarme de ella". Terminó con el cigarrillo y se puso de pie. Pensé que se iría pero sólo agarró su plato y se sirvió las salchichas que quedaban y tomó más huevos del sartén. "Tú te has enamorado alguna vez de alguien así, ¿equivocadamente?" "Todos mis amores han sido equívocos", le dije con cara de tragicomedia. Nos reímos quedamente y pasamos de nuevo a su amor por la comida. "Estos huevos están deliciosos. Tienen vinagre ¿no?" Asentí. Era un truco que había aprendido de mi madre que le encantaba comer con el arroz blanco, sus huevos cocinados con vinagre. Melina se marchó dos horas después y dos días más tarde la policía la encontró debajo del cuerpo muerto de Shirley. Estaban rodeadas de distintos manjares. Había frutas regadas por doquier. Albaricoques, cerezas, ciruelas, manzanas, melocotones. Había también trozos de distintos pasteles regados por todos lados y mermeladas de frutas teñían con mensajes indescifrables casi todas las paredes del apartamento. En la cocina el desastre era total. Entre los escombros de lo que parecía había sido una lucha a muerte entre cientos de miles de personas de partidos políticos, religiones y equipos deportivos distintos, los detectives habían encontrado una olla dónde se había cocido un té alucinógeno de hongos frescos. Shirley y Melina estaban entrelazadas sobre la cama. Sus cuerpos desnudos también habían sido cubiertos con todo tipos de mermeladas y otras salsas diversas. Sus extremidades estaban intricadamente enlazadas y sus cuerpos permanecían aún tibios a pesar de que Shirley ya había dejado de respirar. Ambas mujeres habían resistido un sinnúmero de golpes, raspaduras, magullones y heridas. La policía había respondido a un llamado de los vecinos que no estaban acostumbrados a escuchar tantos gritos, música y desorden en la mañana de un domingo habitual justo cuando se disponían a leer la edición del Sunday Times. Melina no estaba muerta pero nadie supo decirme si continuaba en un hospital en Nueva York. Escuché comentarios de que sus padres estaban con ella. Desde aquel momento las noticias que recibí del caso provenían de Josh quien no era muy dado a los detalles. "Parece que estaban bien drogadas, la policía encontró heroína en Melina aunque no en Shirley". "Melina habló de un pacto suicida. Mi madre me dice que llora todo el tiempo. La tienen bajo observación suicida". "La policía habla de envenenamiento por arsénico". "Encontraron almendras amargas en el té alucinógeno y en algunos postres y mermeladas". "Melina estaba cubierta de vómito cuando la encontraron. El vómito era de Shirley. Ella dice que intentó darse una sobredosis de heroína. Confesó que Shirley había elaborado el té con una receta bien especial que no le había revelado". "¿Sabes qué, Neutri? Aquel primer encuentro en el restaurante no fue casual. Melina nos estaba siguiendo por mis lazos familiares con Shirley. La niña está loca y según tengo entendido estará por mucho tiempo encerrada en un manicomio en Texas". Meses después me enteré que había regresado a Texas con su padre. No estaría en un manicomio, 'el imbécil' consiguió apresarla en la finca, bajo su custodia, con tratamiento psiquiátrico regular y en observación suicida. La imaginé triste pero no tenía la seguridad de que fuera así. Por el contrario, algo me decía que no sabía ni la mitad de lo que había ocurrido aquella madrugada en el apartamento de Shirley en el Upper East Side. Traté de imaginarlas cocinando aquella última cena. Un manjar de dioses no apto para mortales. Quise pensar que ambas querían aquel suicidio pero algo me decía que no era así, que cada mujer entró con la idea de matar a la otra y Melina ganó la partida, pero no por mucho. Aquel abrazo no podía ser un final romántico, aquello era la continuación de esa lucha que llevaban. Una tratando de doblegar a la otra, a muerte. Imaginé que Melina sólo supo que había ganado cuando despertó en el hospital. ¿Habrá sonreído? ¿Preguntaría enseguida por Shirley? Seguro que le fue fácil engañarlos a todos, su amor por Shirley era real, demasiado real. Y Melina es descarada y mentirosa. Quizá también engañó a Shirley; a muerte. Mientras más lo pensaba más me convencía de que Melina estaba loca y había deliberadamente asesinado a Shirley. Melina, la hermosa asesina gastronómica. Tal vez lo hizo todo ella sola. Quizá se trataba de aquel manjar de que tanto me habló aquella mañana. 'Seguro que fuiste al norte a recogerlos tu misma en esas fincas de ganado por allá por los lagos Finger. Aquí en la ciudad es imposible conseguir hongos frescos, no de los alucinógenos, ésos los venden secos y hay que comerlos y masticarlos por una eternidad'. 'Pero elaboraste el gran manjar, sin "Shir". Y le mentiste. Ella bebió y comió porque no tenía idea de tus planes. La abrazaste para contener sus temblores y las convulsiones que se apoderaban de su cuerpo como si estuviera poseída por espíritus extremadamente malignos. Pero eras sólo tú, Melina y una sobredosis de ácido cianhídrico. Tú eres la peor y por eso sobreviviste, a pesar del temperamento, la querida Shir era sólo una niña mimada con mucho dinero y tiempo. Tú no, Melina, tú estás enferma'. No tengo forma de saber qué pasó. Nunca más supe de Melina y los rumores murieron con el tiempo. Igual todo lo que le confesó a la policía es la pura verdad y ambas intentaron suicidarse. Por mucho tiempo su imagen ocupó mis pensamientos más íntimos. Muchas veces creí que la distinguía en los alrededores del Tompkins Square: una cara ovalada y pequeña, pelo lacio y azul y la mirada irregular, entre los cabellos estirados y pintados de colores extravagantes de sus amigos, entre los aros de metal y las botas altas y pesadas de cuero negro. Allí la había encontrado muchas veces, sentada sobre la acera con el rostro preocupado; pensaba quizá en el asco que le daba comer al aire libre o tal vez en la mejor forma de matar a Shirley y volver a ver a sus caballos. Seguiremos charlando :) Neutrina 11:47 | glenys | 3 Comentarios | #
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